Nuestra Historia
Un viaje que comenzó con un sueño, una titiritera y una rana muy especial.

El Comienzo de un Sueño
En el corazón de la Colombia, allí donde los Andes se visten de niebla, vivía una joven que más que con palabras, hablaba con sus manos, dando vida a criaturas de tela y madera... Era una titiritera, y en su pecho latía un sueño tan colorido como las alas de una mariposa: recorrer cada rincón de su país para regalar historias a los niños y niñas.

Un Regalo Inesperado
Un día, buscando inspiración para un nuevo personaje, se adentró en un bosque de niebla. El aire era húmedo y olía a tierra y a vida. En un claro, descubrió una alfombra de pequeñas flores de papel, delicadas y resistentes, que se aferraban a la vida con una tenacidad admirable. Un campesino de la zona le dijo su nombre: Rhodanthe. La flor, le explicó, era conocida por su belleza duradera, casi eterna. Ella quedó fascinada por esa pequeña flor que simbolizaba la perseverancia y la belleza que perdura, un reflejo de su propio sueño viajero.

La Rana que "se Robó el Show"
Un día mientras hacia una presentación en su teatrino a los niños de una vereda una rana de un verde intenso y con ojos como cuencas de oro, saltó audazmente sobre su teatrino, comenzó a cantar como si hiciera parte del espectáculo, Los niños quedaron casi hipnotizados con su presencia, En lugar de espantarla la titiritera improvisó con su voz, hizo que la ranita "hablara" y se presentara como la guardiana de las historias del río. La función fue un éxito rotundo. La rana se convirtió en la inesperada estrella de la noche, un personaje que no necesitaba hilos ni tela para cautivar al público.

El Nacimiento
de Rhodanthe Títeres
Años después, la titiritera decidió que era hora de que sus títeres encontraran un hogar permanente. Su viaje le había enseñado que la magia no solo estaba en la función final, sino en la creación, en el acto de dar vida. Quería que otros niños pudieran contar sus propias leyendas. Así nació Rhodanthe Títeres, como aquella flor que le recordó la belleza perdurable de su arte. Y para el logo y la mascota, la elección fue clara: una alegre y sabia ranita verde de ojos dorados, el símbolo de la voz de la naturaleza, de la alegría y de la magia inesperada que se encuentra en el camino.